
La chaqueta bomber: De icono militar a pieza imprescindible en la alta costura
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La chaqueta bomber tiene un origen tan funcional como fascinante. Su historia comienza en la Primera Guerra Mundial, cuando los pilotos volaban en cabinas abiertas a altitudes extremas, enfrentándose a temperaturas bajo cero. Para protegerse, comenzaron a usar abrigos de cuero forrados con piel de oveja, piezas pesadas y voluminosas, pero imprescindibles para no convertirse en cubitos de hielo en pleno vuelo.
En la década de 1930, el Ejército de Estados Unidos formalizó aquel diseño rudimentario y dio vida a la A-2, una chaqueta de cuero liso, con puños y cintura de punto, cremallera frontal y cuello de piel opcional. A mediados de los 40, la necesidad de sobrevivir en misiones aún más arriesgadas impulsó la creación de la B-3, con forro entero de piel de oveja y cuero exterior robusto. Estas bomber “originales” eran auténticas armaduras térmicas para los valientes tripulantes de bombarderos.
Con el fin de la guerra y la llegada de materiales sintéticos, a finales de los años 50 nació la legendaria MA-1: nylon resistente al viento y al agua en el exterior, forro interior de color naranja brillante (¡por si había que ser rescatado!), y un corte más ligero que permitió su adopción civil. Fue entonces cuando el espíritu militar empezó a colarse en la moda urbana.
Durante los 70 y 80, la bomber se convirtió en emblema de subculturas tan dispares como el punk británico y el burgeoning hip-hop neoyorquino. Marcas callejeras la reinterpretaron con parches, grafismos y una paleta de colores que desafiaba las normas. De pieza utilitaria pasó a ser declaración de actitud: ir de “duro” pero con estilo.
La chaqueta bomber ha encontrado en la alta costura un lienzo perfecto para demostrar su versatilidad y atemporalidad. En las últimas temporadas, hemos visto cómo las grandes maisons reinterpretan este clásico militar con un enfoque casi escultórico:
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Dior Men (Kim Jones, 2024–2025)
Las bomber de Dior Men explotaron el contraste entre materiales nobles y técnicas artesanales. Satén de seda bordado a mano, aplicaciones de cristal y forros de cachemira convierten la prenda en una pieza de lujo, apta para combinar con trajes de corte sartorial o con pantalones cargo en tejido técnico. -
Prada (Miuccia Prada / Raf Simons, colecciones Resort)
Prada fusiona la bomber con la tradición reeditada: gabardinas desestructuradas, estampados jacquard inspirados en archivos de los años 70 y pañuelos de seda en el interior como forro oculto. El resultado: un híbrido entre gabardina ultraligera y bomber deportiva. -
Balenciaga (demna)
Demna elevó la bomber a un ejercicio de silueta oversize. Mangas exageradas, hombros caídos y materiales acolchados en versiones unisex que se llevan tanto en versión “chaleco” (sin mangas) como en long jackets. Un guiño directo al streetwear más subversivo, pero con la manufactura rigurosa de la firma. -
Fendi y Off-White
Fendi ha experimentado con pieles estampadas y motivo “FF” en relieve, mientras que Off-White (en su última colección bajo la dirección de Louis-Gabriel Nouchi) ha combinado nylon técnico con espaldas ilustradas por artistas urbanos, fusionando el ADN de Virgil Abloh con un savoir-faire italiano. -
Colaboraciones artísticas
Muchas maisons invitan a artistas plásticos o grafiteros a intervenir piezas únicas para subastas benéficas. La bomber, gracias a su gran área plana de exposición, se convierte en auténtico “canvas” móvil.
Al convertir la chaqueta bomber en un trofeo de alta costura, estas reinterpretaciones demuestran que una prenda surgida para proteger a pilotos en pleno vuelo puede hoy encarnar a la vez sofisticación, vanguardia y respeto por el oficio artesanal. Su presencia en pasarela y en el street style de celebridades y editores de moda confirma que, más allá de la funcionalidad, la bomber es hoy un símbolo de lujo desenfadado y versátil, capaz de adaptarse a cualquier narrativa creativa.